Layton ya es universal. Su franquicia, con apenas tres juegos a la venta en Occidente –alguno que otro más en Japón, aunque de momento no parece probable que podamos olerlo hasta que Nintendo se decida a ello-, ha logrado lo que pocas licencias de nueva aparición en la ‘nueva generación’. Esto es, vender millones de copias, ser un icono fácilmente reconocible por usuarios habituales y ocasionales, mantenerse en el top ten de los videojuegos más esperados del año a cada nuevo capítulo que se anuncia en la feria internacional de turno… Lo que ha conseguido Level-5 con su retoño es algo a lo que aspiran prácticamente todos los desarrollos que tienen lugar en la actualidad.
Se diría que Layton ha sido uno de los pocos ejemplos con la capacidad suficiente para triunfar en Japón, Estados Unidos y Europa, independientemente del país o del mes en concreto en el que haya aparecido a la venta. En Holanda es un fenómeno de masas que cuenta con su particular traducción; en Inglaterra se acumulan reservas semanas antes de que el título de marras aparezca a la venta; Alemania aupaba la última aventura de Gentleman británico a lo más alto de las listas de ventas, arrastrando de paso a Nintendo DS. En resumidas cuentas: el fenómeno mediático ya es una realidad palpable. Atrás queda, a modo de anécdota, el pésimo arranque que tuvo en el mercado español. Sólo Nintendo confió en que el boca a boca actuase como catalizador, cosa que finalmente ha acabado sucediendo.
La prueba de esta confianza desmedida es la aparición del tercer capítulo de la franquicia por tierras patrias, traducido y doblado al castellano, con una densa campaña publicitaria que ya ha comenzado venderse por tiendas especializadas, revistas e incluso en los principales canales de televisión. Layton y el Futuro Perdido llega al mercado con un planteamiento que poco o nada tiene de original respecto a anteriores aventuras de la dupla protagonista, aunque quizás por este motivo sigue luciendo un aspecto lozano, que augura un gran porvenir en los años venideros. Los propios creadores de la franquicia lo reconocían en una entrevista reciente: “Layton no cambiará de forma ni de formato en Nintendo DS. Sus aventuras seguirán sucediéndose. Creemos que eso es lo que quiere el público”. A juzgar por la calidad de este último cartucho, no se equivocan.
Regreso al Futuro
Tirar de clichés no siempre es negativo para ilustrar la imaginación de los jugadores. Si normalmente se critica cualquier producto que proponga uno de los manidos viajes temporales que tantas aventuras de ciencia ficción han empleado como cebo para atraer al público, el caso de el Futuro Perdido obliga como mínimo a replantear la validez de un formato argumental que parecía (como el caso de la amnesia en los protagonistas de los RPGs japoneses) abocado a la extinción. No pierde tiempo Level-5 durante la presentación del título en sobre-explicar cómo han llegado los dos héroes al autobús clásico en el que avanzan hacia rumbo desconocido. La voz de Luke como telón de fondo se convierte en el presentador de una velada que se promete apasionante.
Un viaje a través del tiempo. Eso es lo propone la carta que reciben ambos detectives, firmada por el puño y letra de un Luke del futuro. Discuten en el autobús la procedencia de la misma, su veracidad. El aprendiz descarta cualquier posibilidad de un engaño, lo que le lleva a jurar por enésima vez que no se trata de una broma de mal gusto. Layton, con su característica parsimonia, pide paciencia. El manuscrito, amén de confundir a los dos héroes con información que sólo provoca nuevas dudas en su cabeza, contiene una dirección a la que ambos deben dirigirse: una relojería asentada en un vetusto barrio capitalino. Cuando Luke encuentra algo de tiempo para la reflexión, su mente retrocede una semana atrás en el tiempo. Casi sin darse cuenta se ve a sí mismo inmerso en la presentación de una máquina que permite viajar hacia una época remota, cuya eficacia será probada in situ. Alain Stahngun, un viejo conocido, es el maestro de ceremonias, así como alma mater del invento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario